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¿Quieres saber más sobre la Cueva de Biniadrís?

Si quieres conocer la historia del descubrimiento de la cueva, lee este post.


El descubrimiento de la Cueva sepulcral de Biniadris se produce unos meses antes, a finales del año 2013, cuando un grupo de espeleólogos, los mismos que años atrás dieron a conocer las cuevas de Càrritx, Mussol y Pas, se adentraron en el barranco de Biniadris y, descolgándose a unos dos metros desde la parte superior amesetada, alcanzan la entrada monumental de esta Cueva. En un principio se identificó como la ya conocida Cova dels Gegant, sin embargo, pronto se advirtió del error. Unos pocos metros en línea recta distan una de otra.  

La cueva de Biniadrís es, por el momento, la que cuenta con un mayor tiempo de uso de las cuevas identificadas hasta el momento en la isla de Menorca. Más de 700 de años fue utilizado como un lugar sacro, de enterramiento. Su cronología oscila entre 1256 a.C. y el 542 

Se localiza en el barranco de Biniadrís, con más de 10 metros de caída libre desde su boca de entrada hasta el nivel inferior del barranco, unida a la carencia de una plataforma o repisa exterior a su entrada, la cueva de Biniadris se convertía en un espacio prácticamente inalcanzable desde su abandono. Durante su uso, el acceso a este espacio funerario y ritual pudo realizarse de dos formas: bien descolgándose desde la plataforma superior de la cornisa mediante un sistema de cordaje o bien desde la plataforma inferior mediante un andamiaje de madera. Ambos sistemas debieron resultar difíciles de realizar si le añadimos la tarea que supondría trasportar, en ascenso o descenso, un cuerpo inerte.  

En el interior, una cámara de planta ligeramente ovalada, de unos 18 metros cuadrados sobre la que se amontonaban una ingente cantidad de restos óseos humanos sin posición anatómica aparente, aunque con un cierto orden. La mayor concentración de estos restos se hallaba en la parte más interna de la sala y en ambos lados de la entrada. En uno de los laterales encontramos una zona delimitada y diferenciada del resto por troncos de madera qué claramente marcaban una segregación del espacio ritual. En el interior se encontraban dispuestos los cráneos del al menos 18 individuo en dos líneas en paralelo. Al parecer, y por los restos conservados ya que la zona no ha sido aún excavada, estarían cubiertos por tablas de madera. 

En el interior, un espacio sacro, una necrópolis en la que encontramos tanto hombres como mujeres de diferentes edades que compartieron un mismo rito funerario y por lo tanto fueron participes de unas mismas prácticas sociales, sin exclusión de clase social, edad o género. Sin embargo, al contrario de lo que sucede en registros arqueológicos de similares características, en la cueva de Biniadris sobresale la presencia de individuos infantiles, sobre todo aquellos cuyas edades oscilan entre los 0 y 6 años (32% de la muestra analizada), ya sean de un sexo u otro seguidos por los de 7 a 13 años (19% de la muestra). 

Por su parte, los análisis realizados sobre el resto de la población nos dicen que un gran número de individuos alcazaba la edad adulta (31% de la muestra analizada) (independientemente de tratarse de hombres y mujeres). Son precisamente estas personas adultas las que nos cuentan que muy posiblemente en la cueva de Biniadris se puede sugerir la presencia de dos grupos poblaciones: por un lado, encontraríamos una población de complexión más grácil, de menor estatura mientras un segundo grupo estaría definido por personas más robustas y de complexión más fuerte. Esta convivencia  o no, lo que nos cuenta es que ambos grupos humanos, independiente de su procedencia y relación, comparten unas mismas creencias, unos mismos rituales funerarios y muy posiblemente unos mismos comportamientos. 

La salud de estos individuos entraría dentro de los cánones identificados para la prehistoria Reciente europea. Presentan patologías relacionadas con la mala higiene bucal, traumatismos, artrosis y enfermedades reumáticas y enteseopatias relacionadas con los trabajos que llevaron a cabo durante sus vidas. Los individuos infantiles presentan patologías relacionadas con problemas nutricionales. 

Una vez accedido al interior de este espacio, nos encontramos con todos los elementos que intervinieron en el proceso ritual que allí aconteció. Peines de madera, recipientes de madera, espátulas de madera, restos de ocre, un molino de pequeñas dimensiones, restos de fibras vegetales, restos de cabellos tintados de rojo, tapaderas de hueso con incisiones de anillos concéntricos, tapaderas de madera, etc. todos estos elementos intervendrían directamente sobre uno de los actos principales de este ritual, la tintura del pelo de la persona muerta. En este ritual también formaría parte la recolocación de determinas partes del cuerpo humano, como son los cráneos, tal y como hemos explicado anteriormente. Así como también tendría lugar la celebración de un acto de comensalidad, en la que los recipientes cerámicos jugarían un papel central. Los recipientes recuperados responden y recogen las formas “archiconocidas” en el conjunto de la isla para finales del segundo milenio y principios del primero, vasos troncocónicos, bitroncocónicos de borde saliente de pequeño tamaño, bitroncocónicos de borde saliente de tamaño medio, botellas, etc. El estudio tecnológico de estos recipientes nos apunta a diferentes niveles de destreza entre las personas que fabricaron estos recipientes, recipientes que por otro lado parece que fueron realizados de forma exclusiva para su participación en el ritual funerario, de ahí presumiblemente que el contenido de cada vaso sea exclusivo, es decir, cada recipiente solo contuvo un contenido en su momento de uso.

Acompañando a todos estos restos encontramos una ingente cantidad de restos de madera que sin lugar a dudas nos hablan de que las gentes enterradas en Biniadris eran auténticos artesanos en este trabajo y el potencial que esta materia prima tenía. La muestra es ampliamente representativa de lo que ésta materia prima podía dar de sí. Con ella se realizaron piezas de uso cotidiano, como contenedores y tapaderas de forma elipsoidal con dos pequeñas asitas laterales y rebaje de todo su perímetro en el reverso que permitiría su perfecto encaje en los recipientes-contenedores del pelo de los inhumado,  objetos de uso personal como peinas y peines, pero también otro tipo de elementos como tableros, rodajas de troncos (algunos de gran diámetro), mangos, fragmentos con entalles bien en círculo o en cuadrado, con escotaduras o simplemente varas de diferente diámetro y longitud. 

Comportamientos materializados en restos materiales únicos e individuales por su asociación con el ritual y las personas, como son los botones. De sobra son conocidos los botones troncocónicos con perforación "V" en la isla y en el conjunto de la prehistoria sin embargo, en la cueva de Biniadris éstos conviven con otros de una sola perforación central. Estos se nos presentan en todos los tamaños, lo que nuevamente nos está indicando el peso de la categoría de edad en estos grupos sociales. Del mismo material encontramos tapaderas decoradas con motivos de círculos concéntricos. A todo ello, unimos los brazaletes, elementos bicónicos, plaquitas decoradas con motivos en zig-zag enmarcados con bandas horizontales y por último un conjunto de cuentas de collar conformado por bolitas perforadas de las que por el momento no podemos justificar su materia.

La elaboración de todos estos materiales implica, además de un conocimiento en profundidad de las materias primas y su trabajo, un sentido de la estética, una dedicación precisa y comprometida con los seres fallecidos al igual que, ideológicamente un importante sentimiento de otra vida tras la muerte.